La evolución de un país no siempre se consigue de la forma más recta que uno pueda entender. Hay que perseguir un fin, y eso puede llevar a tomar decisiones complicadas. Pero hay personajes que son capaces de intentar sobreponerse a ello e intentar seguir un camino, a veces, en contra de si mismo, simplemente, porque considera que es el camino adecuado.
Uno de ellos es un político poco conocido de primeros de siglo, José Canalejas.
Canalejas llegó a presidente del gobierno tras la dimisión de Segismundo Moret, en 1910. Estuvo sólo 2 años como presidente, pero se tomaron medidas y fue muy activo. No olvidemos que era un país muy diferente al de ahora, otro contexto y con un pésimo estado de ánimo tras el fiasco de finales del siglo XIX. Ideológicamente era progresista y defendía que debía de adoptarse medidas democráticas y anticlericales. Sin embargo, era profundamente católico (lo llegaron a describir como un “anticlerical católico”).
Al poco de llegar al poder, empezó una negociación para menguar el poder de la Iglesia en el estado de esa época. Y rápidamente promulgó la conocida como Ley del Candado, lo que se consideró un paso previo para una reforma más profunda que intentara tratar a las órdenes religiosas como asociaciones. Esto le granjeó grandes enemistades en los poderes religiosos, pero él siguió con sus ideas claras.
También abolió un impuesto que se conocía como “Contribución de consumos” que realmente era un impuesto que afectaba más a los más débiles, dado que gravaba los bienes “de comer, beber y arder”. Canalejas defendió su eliminación y a cambio para compensar la recaudación, estableció un impuesto a las rentas urbanas más acomodadas. Le costó también enemigos en casa y muchos de su partidos votaron en contra, pero consiguió aprobarla.
Pero la medida más igualitaria que implantó fue, curiosamente el servicio militar. El servicio militar fue creado en la época de Carlos III, pero las Cortes de Cádiz de 1812 establecieron una serie de exenciones en las que podría uno librarse a cambio de un donativo. Era una medida exclusivamente recaudatoria en un país en guerra. Pero se mantuvo durante todo un siglo. En 1837 se regula el concepto “sustituto” en el que otro podría ir por uno a cambio de dinero (unos 6.000 reales). Y en 1851, se regula el donativo llamándose “redención en metálico”, estableciéndose en unos 15.000 reales.
Obviamente, esta medida, derivo en que el servicio militar era algo de pobres, porque no podían pagar la exención. Los ricos tenían recursos para librarse de él.
Canalejas estableció el servicio militar universal y eliminó tanto el “sustituto” como la “redención en metálico”. Para conseguirlo tuvo que permitir que un existiera un donativo para reducir el tiempo a 10 meses o 5 meses (y solo en tiempos de paz). Sin embargo nadie se libraba. Bueno, nadie no. Se libraban los hijos únicos de las viudas, como guiño a las clases más bajas (y contrapeso al donativo que tuvo que aceptar) y los que físicamente no podrían realizarla. La medida era un punto de inflexión en cuanto a la igualdad de las clases sociales y logró algo muy importante: puso en contacto a todas las clases, dado que al menos unos meses convivían en un cuartel reclutas de toda condición.
Hoy en día la mili se ve como algo propio del franquismo, un residuo de la derecha, pero más vale conocer su origen. En su momento, fue un paso adelante a la igualdad. El dinero no valía para ser una clase superior, al menos en cuanto al servicio militar.
Canalejas, con estas ideas no duraría mucho y así fue. En 1912 fue asesinado en la calle, tiroteado en la puerta de una librería. Oficialmente, asesinado por anarquistas. En realidad, hay muchas dudas al respecto. En cualquier caso, sus enemigos no querían que el país evolucionara. Desde su muerte, la lucha por el poder tuvo como único fin: tener el poder. Un mal que, salvo honrosas excepciones, nos dura hasta hoy.
A veces hay que mirar a personas de otra época que quisieron hacer cosas que consideraban buenas, simplemente porque lo eran, aunque esas medidas les perjudicaran. Quizás si pensáramos todos así, el mundo iría mucho mejor.
Me ha encantado